El alma enferma by María del Pilar Sinués

El alma enferma by María del Pilar Sinués

autor:María del Pilar Sinués
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Feminismo, Clásica
editor: Oriol
publicado: 2022-11-17T00:00:00+00:00


Capítulo 8

Desencanto

E l capricho que Florestán de Benavente había concebido por Dolores, pasó muy pronto. La posesión le apagó, y, como sucede casi siempre, ya no vio en su mujer más que los defectos que tenía, que eran algunos.

El embarazo y el alumbramiento ajaron algún tanto la belleza de Dolores, y esto disgustó profundamente a su marido. Por su parte, ella fue desencantada de un modo más pronto y más terrible, porque jamás había estado enamorada de Florestán.

Su penetrante talento descubrió, a los ocho días de casada, toda la sequedad de corazón, toda la vanidad, todo el helado egoísmo de aquel hombre gastado y endurecido en los desórdenes.

Despojado de sus cosméticos y de sus aceites, Benavente apareció viejo y repugnante a los ojos de aquella esposa de diez y ocho años, bella y delicada. Le vio con los cabellos y los bigotes canos, despojado de su postiza dentadura y de su corsé, y le causó horror y casi miedo.

Así engañada, Dolores se refugió en la dulce esperanza de ser madre; ella, que tanto odiaba a su primera hija; ella, que a costa de la mitad de su vida hubiera deseado olvidar a la hija de su pecado, empezó a desear con ansia la llegada al mundo de la hija de su matrimonio.

¡Oh, encanto supremo de la virtud! ¡Tú dejas al corazón la pureza de los afectos, y rodeas de luz los mismos que el mal cubre de negras sombras! Los goces ilícitos solo son un recuerdo de tus puros y legítimos encantos. Todo aquello que la religión cubre con su velo, es bello, bueno y consolador.

Luz nació hermosa como el amor. Por la primera vez, después de largo tiempo, Dolores no se opuso al deseo de su marido en cuanto al nombre de esta niña, pues ella era verdaderamente el rayo de luz que llegaba a alumbrar la fatigosa y sombría existencia de su madre.

No bastaba, sin embargo, el amor materno para llenar aquella alma apasionada y ardiente, lastimada ya con muchas decepciones: la niña no podía acompañar la perpetua soledad de Dolores, porque su esposo se había entregado por completo al juego, que absorbía los restos de su caudal, y a la disipación, en medio de la cual había pasado toda su vida.

Dolores le reconvino un día que le había estado esperando durante mucho rato para salir con él, y se quejó de su falta de atención. Benavente le respondió con una risa burlona, exasperando a la joven, que le llamó grosero e insolente.

El americano, frío en la apariencia, pero con el semblante cubierto de palidez, se acercó a su mujer, y asió el brazo de esta entre sus dedos, que apretó como si fuesen tenazas de hierro.

—Querida mía —le dijo con la espantosa risa que tanto decía, y que Dolores había analizado con tanto terror—, guárdate siempre de oponerte a mis acciones: ningún derecho tienes a pedirme consideraciones, además de haberte hecho el favor de casarme contigo; solo me debes gratitud, y, al menos, exijo prudencia de ti.

Dolores



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.